Por qué mirarte a la cara
Por qué mirarte a los ojos
Para mí son las patadas
Y para ti los elogios.
Por qué quedarme contigo
Por qué seguir a tu vera
Por qué esperarte despierto
En vez de hacer las maletas.
Y a veces me despierto enloquecido
Me despierto enloquecido
De lo ingrato que es tu amor.
Déjame vivir al margen de tu corazón
Déjame salir ileso de esta relación
Siempre podemos ser amigos
Y ganar el tiempo perdido
Sólo tienes que acostumbrarte
A oir de más lejos mi voz.
Por qué encumbrar tu recuerdo
Sabiendo que no es real
Sin las curvas de tu cuerpo
Mi corazón las da mal.
Por qué encontré tu zapato
En la puerta de aquel bar
Por qué después al probarlo
Te tuvo a ti que encajar.
Y a veces me despierto enloquecido
Me despierto enloquecido
De lo ingrato que es tu amor.
Dejame vivir al margen de tu corazón
Dejame salir ileso de esta relación
Siempre podemos ser amigos
Y ganar el tiempo perdido
Sólo tienes que acostumbrarte
A oir de más lejos mi voz.
Déjame vivir al margen de tu corazón
Déjame salir ileso de esta relación
Siempre podemos ser amigos
Y ganar el tiempo perdido
Sólo tienes que acostumbrarte
A oir de más lejos mi voz.
jueves, 4 de diciembre de 2008
DÉJAME VIVIR
Publicado por
Lord Wilmore
en
1:37
0
comentarios
miércoles, 4 de junio de 2008
Trienio
Feliz trienio, Cari.
Dentro de cien días se cumplirán también los tres años de que enloquecieses de repente y te lanzases a hacer disparatadas predicciones, que el tiempo, ese juez implacable, se ha encargado de desacreditar con contundencia. A día de hoy, por suerte, ya nadie se cree aquellos infundios de mala pitonisa y patente queda que la dignidad de los vencidos cala más en el ánimo del pueblo que la indignidad de los traidores.
Yo, que no te recuerdo como particularmente imbécil, no podía más que asistir atónito a aquella carrera de despropósitos que no sabía bien a dónde podría acabar llevándonos, pero que cada vez se alejaba más de la razón y la cordura.
Puede que para tí todo esto carezca ya de sentido y se te haya perdido, como tantas otras cosas, en algún rincón de tu flaca memoria. Pero considera que si quien suscribe fuese o se sintiese mínimamente culpable de algo que no fuera meramente quererte (y de la única manera que sabe y puede) poco objeto tendría que tanto tiempo después siguiese aquí dándote la brasa.
No obstante, como no hay bien que por mal no venga, al menos tú has tenido la dicha de que a costa de mi sufrir pudieses llegar a conocer a ese ser, dechado de madurez, ponderación, sensatez, cordura, locuacidad e inteligencia (y con un saber estar y un aplomo dignos de encomio) que ahora disfrutas por pareja y que casualmente goza del status que yo pretendía y no me ofreciste para compartir tú vida. Yo tuve que casarme para poder vivir contigo, y ni así. Pero bueno, ya lo dicen los sabios refranes "vale más llegar a tiempo que rondar 13 años".
De todas formas (y no seré yo quien hable mal de tu novio, que para eso ya se sobran sus compañeros), harías bien en no fiarte demasiado. Ya lo irás viendo, él es como un huevo Kinder, guarda, no una sino varias, sorpresas en su interior que ya verás como irán saliendo. Vaya si irán saliendo!!!. Y cuando todo estalle (que estallará) va a quedarte poca gente tan abnegada como tu ex (que nunca te engañó) para echarte un cable que te aleje de tanta mierda.
Yo tendría fácil, bastaría únicamente un leve movimiento de mi índice, el acabar con esa burbuja de felicidad ficticia en la que vives. Pero prefiero ver cómo estalla desde dentro y que no pienses que me mueve el despecho. Ten esto presente cada noche mientras te tomas tus píldoras y pócimas de dormir y evitar los sueños.
Y, sé que no te importa pero, yo aquí sigo, respetuosamente al margen, aunque nunca demasiado lejos de ti, en esta soledad sobrevenida y no buscada en la que habito desde que dentro de cien días hará tres años enloqueciste de repente y te negaste a atender a las evidencias para precipitarte directamente en brazos de tus pánicos.
Personalmente me interesan hoy muy pocas cosas, y bastante distintas a las que guían los afanes del común de los mortales, pero con aquellas en las que creo soy inflexible. A estas alturas del partido convendrás conmigo que tú y yo aprendimos al menos un par de cosas juntos: la primera que no me rindo nunca, no sabría, y la segunda que el mar puede siempre más que el rompeolas.
Lo dicho. Feliz trienio, Cari. Un beso.
PD: Quién nos iba a decir a nosotros que en nuestras noches mientras yo escribía un libro de 300 páginas tú te estarías acostando con otro, ¿eh?
.
Publicado por
Lord Wilmore
en
4:04
0
comentarios
Etiquetas: celos, celosa, engañadora, traicion, traidora
lunes, 12 de mayo de 2008
Archivan una denuncia de violación contra un guardia civil de Candás
El juzgado de Instrucción Número 4 de Gijón ha archivado una denuncia contra un ex Guardia Civil de Candás acusado de violación, malos tratos y amenazas por su ex mujer M. M, de origen rumano, que lo denunció el 24 de febrero de 2008. El hombre pasó dos noches en el calabozo a consecuencia de la denuncia.
El denunciado, José Manuel Reguera, explicó que en ningún momento "le levantó la mano a su ex mujer" y que ella "fingió" los malos tratos "por venganza".
La pareja se casó el 1 de abril de 2006 y se separaron, según el ex Guardia Civil, por iniciativa de la mujer en agosto del mismo año, y se fue con su hijo fruto de una relación anterior pero al que Reguera había reconocido la paternidad. A día de hoy la mujer está en paradero desconocido y el ex agente de la Guardia Civil pide la custodia del pequeño que se encuentra bajo la tutela de Servicios Sociales del Principado.
El denunciado vive actualmente con su nueva novia y ambos están predispuestos a hacerse cargo del niño para que "crezca en el calor de una familia y de un hogar".
Reguera sostiene que el día de los hechos, el 24 de febrero de 2007, ella llegó a su casa "después de llamarle seis veces" y "estuvo buscándole todo el rato". "Llegué a mi domicilio cansado de trabajar, ella se metió en mi cama y nos acostamos. Luego llamó a la Guardia Civil y se tiró en la alfombra fingiendo una violación y malos tratos", apuntó el ex agente.
"Es toda una venganza y una confabulación contra mí, pero yo no me escondo y voy a dar siempre la cara y luchar contra las injusticias", añadió Reguera.
Por ello, manifestó que va a crear la "Asociación de Perjudicados contra la Nueva Ley de Violencia de Género" para asistir a aquellos hombres que sufren denuncias falsas por parte de sus parejas.
viernes, 11 de abril de 2008
Hay amores
¿qué no haría yo por ti?
¿Por tenerte un segundo,
Alejados del mundo
Y cerquita de mí?
Ay mi bien,
Como el río Magdalena,
Que se funde en la arena del mar,
Quiero fundirme yo en ti.
Hay amores que se vuelven resistentes a los daños,
Como el vino que mejora con los años,
Asi crece lo que siento yo por ti.
Hay amores que se esperan al invierno y florecen
Y en las noches del otoño reverdecen
Tal como el amor que siento yo por ti.
Ay mi bien,
No te olvides del mar
Que en las noches me ha visto llorar
Tantos recuerdos de ti
Ay mi bien,
No te olvides del día
Que separó a tu vida,
De la pobre vida que me tocó vivir
Hay amores que se vuelven resistentes a los daños
Como el vino que mejora con los años
Así crece lo que siento yo por ti
Hay amores que parece que se acaban y florecen
Y en las noches del otoño reverdecen
Tal como el amor que siento yo por ti
Yo por ti...por ti...como el amor que siento yo por ti.
Publicado por
Lord Wilmore
en
5:59
0
comentarios
Etiquetas: Amor soledad
jueves, 27 de marzo de 2008
In Memoriam
martes, 11 de marzo de 2008
Mentiras
Enamoréime de nueite Me enamoré de noche
ya la l.luna m'engañóu. y la luna me engañó.
Outra vez que m'enamore Otra vez que me enamore
ha de ser de día ya con sol. ha de ser de día y con sol.
Dices que me quieres muito Dices que me quieres mucho
ya que tu mueires por mi. y que tú mueres por mí.
Mueiri, ya si you lo veo, Muere, y si yo lo veo,
entoncias diréi que sí. entonces diré que sí.
Emamoréime criendo Me enamoré creyendo
que l'amor yera l.lixeiru: que el amor era ligero:
nun vi cousa más pesada no vi cosa más pesada
nin que más quitara'l suenu. ni que más quitara el sueño.
Dalgún día dixi you Algún día dije yo
qu'enxamás t'esqueiciría. que jamás te olvidaría.
Esi tiempu yá pasóu; Ese tiempo ya pasó;
yá yía outru, vida mía. ya es otro, vida mía.
Tradicional (Degaña)
jueves, 14 de febrero de 2008
San Valentín
Hola:

Además, con lo que así me ahorro, puedo mediar el deposito del coche, ver varias buenas películas en el "Prendes" o tomarme (por no citar vermús en "El Noroeste") media docena de cervezas en "La Gueta", en semanas sucesivas, y por supuesto a tu salud.
Nota: El autor de este mensaje contempló durante cierto tiempo la posibilidad, dado lo significativo de la fecha, de incluir en el mensaje alguna horterada del tipo "My love", "Mon amour", "Mon coeur" o incluso "Mon petite choux" pero tras mucho meditar ha llegado a la conclusión de que tal día como hoy, no lucirían como lo hacen de ordinario y, por tanto, se ha decidido por el más castizo y tradicional "Cari" de toda la vida.
A tus pies, Cari, como siempre y desde siempre.
Un beso.
Publicado por
Lord Wilmore
en
2:16
0
comentarios
Etiquetas: amor, basura, dignidad, papelera, rosa, san valetin, sentimientos
domingo, 27 de enero de 2008
Las cosas como son.
Tu amigo te tiene ganas.
Mirá:
Atrás de ese mal disfraz de amigo se esconde un caldero de hormonas que está al acecho esperando que tengas un momento de debilidad. Masajes, mimos, roces... cualquier excusa es buena para tocarte.
¿De dónde sacaste esa idea ingenua de que él es tu amigo? Él ya tiene un montón de amigos y tienen pelos en las piernas.
Pensás que te entiende. No. Sólo te imagina sin ropa. Aún así darías todo por él, y él, te daría... porque te tiene ganas.
Las cosas como son.
domingo, 6 de enero de 2008
Jabón
Empezó con la simplicidad de rutina. El doctor Juvenal Urbino había regresado al dormitorio, en los tiempos en que todavía se bañaba sin ayuda, y empezó a vestirse sin encender la luz. Ella estaba como siempre a esa hora en su tibio estado fetal, los ojos cerrados, la respiración tenue, y ese brazo de danza sagrada sobre la cabeza. Pero estaba a medio sueño, como siempre, y él lo sabía. Al cabo de un largo rumor de almidones de linos en la oscuridad, el doctor Urbino habló consigo mismo:
- Hace como una semana que me estoy bañando sin jabón dijo.
Entonces ella acabó de despertar, recordó, y se revolvió de rabia contra el mundo, porque en efecto había olvidado reponer el jabón en el baño. Había notado la falta tres días antes, cuando ya estaba debajo de la regadera y pensó reponerlo después, pero después lo olvidó hasta el día siguiente. Al tercer día le había ocurrido lo mismo. En realidad no había transcurrido una semana, como él decía para agravarle la culpa, pero sí tres días imperdonables, y la furia de sentirse sorprendida en falta acabó de sacarla de quicio. Como siempre, se defendió atacando:
- Pues yo me he bañado todos estos días -gritó fuera de sí- y siempre ha habido jabón.
Aunque él conocía de sobra sus métodos de guerra, esa vez no pudo soportarlos. Se fue a vivir con cualquier pretexto profesional en los cuartos de internos del Hospital de la Misericordia, y sólo aparecía en la casa para cambiarse de ropa al atardecer antes de las consultas a domicilio. Ella se iba para la cocina cuando lo oía llegar, fingiendo hacer cualquier cosa, y allí permanecía hasta sentir en la calle los pasos de los caballos del coche. Cada vez que trataron de resolver la discordia en los tres meses siguientes, lo único que lograron fue atizarla. Él no estaba dispuesto a volver mientras ella no admitiera que no había jabón en el baño, y ella no estaba dispuesta a recibirlo mientras él no reconociera haber mentido a conciencia para atormentarla.
El incidente, por supuesto, les dio oportunidad de evocar otros, muchos otros pleitos minúsculos de otros tantos amaneceres turbios. Unos resentimientos revolvieron los otros, reabrieron cicatrices antiguas, las volvieron heridas nuevas, y ambos se asustaron con la comprobación desoladora de que en tantos años de lidia conyugal no habían hecho mucho más que pastorear rencores. Él llegó a proponer que se sometieran juntos a una confesión abierta, con el señor arzobispo si era preciso, para que fuera Dios quien decidiera como árbitro final si había o no había jabón en la jabonera del baño. Entonces ella, que tan buenos estribos tenía, los perdió con un grito histórico:
- ¡A la mierda el Señor Arzobispo!
El improperio estremeció los cimientos de la ciudad, dio origen a consejas que no fue fácil desmentir, y quedó incorporado al habla popular con aires de zarzuela: “¡A la mierda el señor arzobispo!”. Consciente de que había rebasado la línea, ella se anticipó a la reacción que esperaba del esposo, y lo amenazó con mudarse sola a la antigua casa de su padre, que todavía era suya, aunque estaba alquilada para oficinas públicas. No era una bravata: quería irse de veras, sin importarle el escándalo social, y el marido se dio cuenta a tiempo. Él no tuvo valor para desafiar sus prejuicios: cedió. No en el sentido de admitir que había jabón en el baño, pues habría sido un agravio a la verdad, sino en el de seguir viviendo en la misma casa, pero en cuartos separados, y sin dirigirse la palabra. Así comían, sorteando la situación con tanta destreza que se mandaban recados con los hijos de un lado al otro de la mesa, sin que éstos se dieran cuenta de que no se hablaban.
Como en el estudio no había baño, la fórmula resolvió el conflicto de los ruidos matinales, porque él entraba a bañarse después de haber preparado la clase, y tomaba precauciones reales para no despertar a la esposa. Muchas veces coincidían y se turnaban para cepillarse los dientes antes de dormir. Al cabo de cuatro meses, él se acostó a leer en la cama matrimonial mientras ella salía del baño, como ocurría a menudo, y se quedó dormido. Ella se acostó a su lado con bastante descuido para que despertara y se fuera. Él despertó a medias, en efecto, pero en vez de levantarse apagó la veladora y se acomodó en su almohada.
Ella lo sacudió por el hombro para recordarle que debía irse al estudio, pero él se sentía tan bien otra vez en la cama de plumas de los bisabuelos, que prefirió capitular:
- Déjame aquí dijo. Sí había jabón.
Cuando recordaban este episodio, ya en el recodo de la vejez, ni él ni ella podían creer la verdad asombrosa de que aquel altercado fue el más grave de medio siglo de vida en común, y el único que les inspiró a ambos el deseo de claudicar, y empezar la vida de otro modo. Aun cuando ya eran viejos y apacibles se cuidaban de evocarlo, porque las heridas apenas cicatrizadas volvían a sangrar como si fueran de ayer.
De "El amor en tiempos del cólera" - Gabriel García Márquez